A veces, sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo.

martes, 12 de febrero de 2013

Instante

De todos los momentos, de todos los segundos de nuestra existencia, quizás sea el instante previo sea el más importante a mi parecer.
La acción central, el nudo de la historia, el problema principal suele llevarse todos los créditos de cualquier historia, real o ficticia, que contemos, vivamos o imaginemos.
Pero si prestáramos atención, la historia no sería cual la contamos, o incluso no sería, si el trance anterior a la acción que recalcamos como principal no hubiese sucedido.
Ese instante previo es coraje. Es la valentía de afrontar un temor. Es la determinación de auto-superación. Es arriesgarse a saltar cuando la lucha interior en nosotros todavía no está resuelta. Es el impulso ciego, o tal vez momentáneamente meditado, de realizar nuestros sueños.
Es el segundo anterior al llamado telefónico que no esperabas y que cambió tu vida para siempre. Es el instante de serenidad en donde uno no se imagina lo que está por venir, donde el mundo puede cambiar de rumbo sin opción.
Es arriesgarse aunque hayan indicios que nos digan que no deberíamos hacerlo. Es ese ínfimo segundo en el que el corazón puede más que la mente, donde se pone en juego lo que soñamos y lo que hacemos para concretar esos sueños.
Es el instante antes del beso, donde los labios no se tocan pero se dicen, sin palabras, lo mucho que esperaban ese momento. Es la mirada profunda antes del roce, en donde se ven los pensamientos más oscuros y los sentimientos mejor guardados.
Es el instante anterior al último suspiro. En donde quizás, o según lo dicen, toda la vida se recuerda en pocos segundos como una obra cinematográfica autobiográfica. Es dejar de respirar despacio hasta sumirse en un eterno descanso.
Es la bronca antes del llanto. La impotencia de no poder obtener lo que deseamos. Es el deseo encarnado en pensamientos. Son los pensamientos abatiéndose unos con otros, tratando de imponerse para decidir cómo actuar.
Es quizás el instante de mayor soledad, donde el mundo se aísla y sólo existe contacto con nosotros mismos. Es el momento en el cual, para los menos creyentes de sus actos, se manifiesta el azar. Pero a mi parecer, en vez de casualidad deberíamos llamarlo causalidad. Es lo inesperado intentando salir, lo inmutable esperando el intento.
Es la sonrisa antes de ser iluminada, la lágrima antes de que caiga, es la vida antes que se acabe, el miedo antes del salto, es la lucidez antes de perder el juicio, el último pensamiento antes de caer dormido, es el beso antes de despertar, la mirada antes de sentirse enamorado, es el abrazo antes de que los cuerpos se toquen, el silencio antes del grito, es la calma antes de la tempestad, el antes de la historia principal.
Todos los días intentamos fingir que no vemos este momento, que no existe, que hoy es igual que ayer y mañana será igual que hoy. Pero el que presta atención descubre este instante mágico. Este momento existe, en el que toda la fuerza de las estrellas nos atraviesa y nos permite hacer milagros.
Uno de esos instantes que se vive no se sabe en qué mundo, ni en qué tiempo.  Que no se siente el alma y que apenas se siente el existir de nuestro cuerpo. Sólo este instante ahora es mío. Este momento. El pasado escapó y no vislumbro el rostro del futuro.
Y será quizás ese diminuto instante previo en donde, más que nunca, nos sentiremos vivos, y juro que en ese momento somos infinitos y héroes de lo que vendrá.

1 comentario:

  1. ¡Genio! "Es el segundo anterior al llamado telefónico que no esperabas y que cambió tu vida para siempre." Me impactó esa parte.. jaja

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