A veces, sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo.

miércoles, 2 de septiembre de 2015

Refranes

La gente está acostumbrada a usar frases hechas o refranes para enfatizar las conversaciones. Muchas personas tienden a introducir en su relato esa frase que no es suya, pero que le sirve para expresar un pensamiento propio. O mejor aún: para culminarlo, para dejarte la pelota picando y que pienses.

No tengo nada en contra de las personas que para todo tienen un dicho popular. Que los usen tanto como deseen. El problema es que yo no sé interpretar bien los refranes. No lo sé.

Podríamos decir que los refranes son metáforas sacadas de contexto. Las metáforas en sí son difíciles de entender. Tenés que estar compenetrado en la historia, y que tengan el punto justo de imaginación y realidad para que te evoque una imagen que recree una situación en tu cabeza. Pero una metáfora sacada de contexto no es nada, no evoca nada, no transmite nada, no define nada.

Quizás, de muchos dichos populares no entiendo el significado porque no conozco el contexto. Y el día a día no ayuda mucho a entender el contexto de los refranes. No hablo de lo que me quiere decir el refrán. Tampoco soy boludo. Entiendo lo que me querés decir, pero no le encuentro del todo el sentido.

Voy a dar un ejemplo concreto para el que el lector pueda imaginarse la situación:

      - Mamá, insulté a un tipo y me cagó a trompadas.
      - Ah m’ijo, lo siento. “A lo hecho, pecho”

Estamos de acuerdo que se entiende lo que quiere decir ese refrán. “Jodete por gil” puede ser una acepción. Otra un poco más maquillada y políticamente correcta puede ser “Enfrente las consecuencias de sus actos”. Pero no sé si entendemos del todo lo que significa. Yo lo comparo con leer en inglés, sin tener como idioma nativo el inglés. Yo sé que me dan un texto en inglés y lo entiendo. Habrá palabras que se me escapan, frases típicas de cada región que no las sé, pero se sacan por contexto. Eso me pasa con los dichos populares: Saco por contexto lo que me quieren decir, pero no me transmiten nada, ni termino de entender su significado.

Sin embargo, hay refranes específicos que no puedo sacar por contexto. No me traen una reflexión o representación de una idea a mi cabeza, sino confusión y pensar que quien dijo lo, y quien lo está reproduciendo en ese momento son unos pelotudos. Ejemplifique y Justifique:

      - Ese tipo me estafó, y no pude recuperar ni un centavo.
      - No te preocupes, “a cada chancho le llega su San Martín”

Quizás la frase que más ruido me hace. Estamos de acuerdo que la frase nos quiere decir que “a todos nos llega el momento de rendir cuentas”. Pero no tengo ni la más pálida idea de por qué yo te estaba contando que un tipo me estafó, y vos me estás hablando de comida y de un libertador de América. ¿Ves? No cierra por ningún lado.

Además me genera un montón de dudas: ¿San Martín criaba chanchos antes de dedicarse a liberar a América? ¿San Martín liberaba chanchos? ¿Cómo va a llegar San Martín si ya murió? ¿San Martín murió? No, vive en los corazones de todos los argentinos y en sus billetes de cinco pesos.

¿Ves? Se genera un montón de quilombo que nos hace pensar qué tienen que ver los chanchos con San Martín, y encima pone en juego la integridad de un prócer latinoamericano.

Vos te preguntarás: ¿Y por qué no buscás la historia detrás del refrán? Eso hice:

"San Martín es una festividad que se celebra el 11 de Noviembre en honor a San Martín de Tours, siendo una fecha muy señalada en España, pues es cuando tiene lugar la matanza del cerdo"

Sigue sin tener sentido, porque estamos a 10044,52 km de España (si estás en Buenos Aires. Si vivís en Tierra del Fuego son 12226,93 km. Igual no te preocupes, a pata no llegás) y acá que yo sepa no matamos chanchos para el día de San Martín de Tours.

Es cierto que conociendo un poco la historia se puede interpretar de otra manera el dicho popular. Pero la cosa es que uno no tiene siempre la posibilidad de andar buscando el contexto de la frase que le dicen. No queda bien decirle a tu interlocutor: “Uh, pará flaco que busco qué me quisiste decir porque la verdad no me termina de cerrar tu idea. Podrías haber elegido palabras comunes, pero no, el tipo elige hablar difícil y con frases hechas, así que bancá que googleo”. No es muy amable.

Ahí entonces es cuando mi imaginación comienza a volar con la historia detrás de cada refrán popular y no le doy bola a lo que la otra persona me está contando: 

      - ¿Por qué no viniste al asado el sábado?
      - Porque se olvidaron de avisarme. “Siempre soy el último orejón del tarro”

El último orejón del tarro. Para mí esta historia involucra a Vincent Van Gogh. Luego de cortarse el lóbulo de la oreja, en la tan conocida historia sobre ese episodio, decidió usar implantes lobulares (orejones en la jerga popular). Tenía para todos los momentos y ocasiones. Pero había uno que nunca usaba. Y ese orejón un día se enojó y le dijo: “Siempre soy el último orejón del tarro”

¿La historia no tiene sentido no? Tampoco lo tiene que un chancho espere a San Martín. Ya sea el general, el santo, o la fiesta del 11 de Noviembre. Los chanchos no esperan.

Conclusiones del día de hoy:
  • Usar frases hechas cuando no se sabe a ciencia cierta de dónde vienen no tiene sentido.
  • A cada chancho le llega su San Martín tiene que ver con una fiesta patronal española.
  • Los chanchos no esperan.
  • No sabemos si Van Gogh además de pintar inventó un refrán.

Voy a cerrar esta reflexión con una frase:“Quien siembra vientos, cosecha tempestades” 

No sé a qué se refiere. Conozco agricultores, ganaderos, apicultores, viñadores, etc, pero ningún vienticultor, y mucho menos un tempestólogo.

      - ¿Qué hacés?
      - Soy tempestólogo, cosecho tempestades. 
      - Ah y ¿Qué tal el laburo?
      - ¡Un quilombo! Se te vuela todo siempre, no podés laburar tranquilo. Es estresante.


No sé qué significa, pero parece muy profundo para terminar mi texto: “Quien siembra vientos, cosecha tempestades”