A veces, sonreír es la mejor forma de contribuir a cambiar el mundo.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Son tus papás...

Mamá, ¿qué estás haciendo? ¿Qué hacés poniendo los regalos esos abajo del arbolito? No, dejá, no me expliques nada: ya lo entendí todo. De todos modos, ya me estaba dando cuenta. ¡Y sí! Si ni siquiera ponen el empeño necesario para que yo siga creyendo en la historia. Aparte ya estoy grande, tengo 11 años.
No, no quieras excusarte. Lo hecho, hecho está. Ya no hay vuelta atrás. ¿Cómo me di cuenta? Y,  primero porque te acabo de ver poniendo esos regalos abajo del arbolito… Bueno, está bien, voy a hablar más bajito así no me escuchan mis primos más chicos.
Yo me di cuenta que era imposible que un tipo pueda recorrer la casa de miles de millones de personas en el mundo en una sola noche. Aparte: si tuviera el estado físico de Usain Bolt, te lo puedo creer... ¡pero es un tipo que pesa más de 120 kilos!
Además ustedes siempre me decían que entraba por la chimenea. Acá en casa no tenemos chimenea, ¿por dónde entra entonces? Me hicieron creer que dejaban la ventana abierta para que pudiera entrar. Ponen la alarma y cierran con candado cuando vamos al kiosco de la esquina... ¡mirá si van a dejar la ventana abierta a la noche para que entre un tipo que no conocemos!
Le dejábamos leche y galletitas. Mientras, nosotros comíamos carne, pollo, cordero, lechón, ensalada rusa, vitel toné, ensalada de frutas, helado, garrapiñada. ¿Tan amarretes íbamos a ser que le dejábamos dos galletitas en un plato y un vaso de leche blanca? Porque si me dijeras que son Toddys y una Cindor, te lo puedo creer, ¿pero a qué persona le puede llegar a gustar la leche blanca así no más y dos galletitas de esas que quedan en el paquete de Surtido Bagley que a nadie les gusta? O sea, el tipo viene del Polo Norte, no podemos ser tan guachos de dejarle dos galletitas nada más.
El año pasado cuando el papel del regalo decía grande “Carrefour” ya no era creíble. En el Polo Norte no hay Carrefour. Habrá otro súper, pero no Carrefour.
Y yo empecé a ver las noticias – porque en la escuela nos dicen que tenemos que mirar otras cosas además de dibujitos –. Y cuando vi que todo lo que viene de afuera tiene que pasar por la aduana, ya ahí sospeché. O esto era mentira, o Papá Noel era amigo de Moreno para poder pasar las cosas tan rápido. El tío sigue esperando el repuesto para el auto y este tipo en una noche pasa todo... ¡y encima los reparte! Era muy difícil.
Yo escuchaba que decían que había que portarse bien porque si no Papá Noel te dejaba carbón en vez de un regalo. Y con lo mal que se porta Martín tendríamos que haber hecho el asado de hoy sin tener que comprar leña. Sin embargo, también hay un regalito para él.
¿Y Rodolfo? El reno de la nariz roja. Nunca vi un reno ya de por sí, mucho menos me podía imaginar uno con la nariz roja. ¿Qué se tragó? ¿Un foquito de 60 watts? Aparte, debe tener miedo cuando llueve, una mojadita, cortocircuito y ¡a la mierda el reno! Perdón, no digo más malas palabras, pero me enoja saber que me mintieron con esto.
Seguro que los Reyes Magos tampoco son verdad ¿o no? Y sí, era evidente. ¿Dónde se vio que tres Reyes Magos anduvieran en camellos? Si son magos, mínimo tendrían que desaparecer y aparecer en otro lado. Pero no, no hacían nada de magia.
Ni siquiera son inteligentes porque, si te ponés a pensar, a un nene recién nacido no le vas a regalar oro, incienso y mirra. Bueno oro puede ser, para cuando sea grande. Pero, ¿para qué quiere el incienso? Cenizas con olor, o sea, para eso comprale un Poet, un Lysoform, algo así. ¿Y mirra? ¿Qué es mirra? ¿Ves?… Hasta vos misma ya dudás de la historia.
Y el colmo fue cuando vi a los Reyes Magos el 6 a la tarde andar por la ciudad en una camioneta de la municipalidad tirando caramelos. Mirá si los tipos iban a ir Intendente por Intendente pidiéndole una camioneta para no parecer mendigos arriba de un camello.
Lo único que nunca entendí es por qué se armaban tantos líos con las historias. Si estabas acá en casa era el “conejo” de Pascuas. Pero si ibas a lo de la abuela no era un conejo, sino una gallina la que dejaba los huevos. Pónganse de acuerdo, porque así te das cuenta facilísimo que es mentira. Aparte el conejo no pone huevos.  ¿A quién se los roba entonces?
Íbamos al supermercado y había montones de huevos de pascua en las estanterías y nadie decía nada, sólo los compraban... ¡Dense cuenta de que tienen secuestrado al conejo de Pascuas en el depósito y lo están forzando a producir muchos huevos para llenar las góndolas! Y nunca me contaron si ese conejo era amigo del conejo de Alicia en el País de las Maravillas o del conejo de los cereales Trix.
Son esas cosas las que te van haciendo dar cuenta. Igual que cuando se me caía un diente y vos decías que era el hada de los dientes, pero papá me decía que era el Ratón Pérez. Son dos cosas diferentes, hay uno que la está errando.
Vi en Discovery que le sacan el marfil a los dientes del elefante para venderlo porque ganan mucha plata con eso. Yo no sé de qué están hechos nuestros dientes, pero estos bichos se los estaban afanando para venderlos muy caros. Y si, es afano, porque si por un diente que lo vendés a mucha plata me dejás sólo 2 pesos abajo de la almohada, es robo seguro. Y son 20 dientes por chico más o menos, 2 por familia, 40 millones de personas en Argentina no más. Un negoción
Y cuando entendí toda la situación, encontré un frasco con muchos dientes. ¿Para qué los guardás? Encima llenos de caries. Cuando tengas que hacerte prótesis porque estés viejita te van a poner unos nuevos. No guardes los míos, ni los de Martín.
Y una última pregunta: ¿El viejo de la bolsa y el cuco tampoco son verdad, no? ¡Yo sabía! Siempre que Martín se va al boliche le dicen: abrígate, tené cuidado, no tomes mucho. Pero no le dicen: “¡Tené cuidado con el viejo de la bolsa!” o “¡Que no te agarre el cuco porque estás despierto!”. No.
Ya soy un chico grande, ya me di cuenta. No era necesario darme cuenta así, viéndote poner los regalos acá abajo del árbol. Pero bueno, espero que no me mientan más.
No. No pidas perdón, ya está ahora. Vamos que ya son las doce y hay que brindar todos juntos. Servime una copa de sidra que yo también quiero brindar. No, sin alcohol no, yo quiero probar la que es con alcohol, ya soy grande. Dale mamá…. No seas así o le digo a mis primitos que todo es mentira eh... y mirá que ellos recién tienen 5 y 6 años. ¡Gracias mamá, felíz navidad!

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Mi primera vez

La primera vez siempre está cargada de nervios, de ansiedad, de inseguridad. Y esta no fue la excepción.
La televisión, la sociedad, mis amigos hablaban de eso. Yo era el único del grupo que quedaba sin vivir esa experiencia. Era el único que no cumplía con ese mandato social. Y si bien nunca había sentido una necesidad, o siquiera ganas de que pasara de manera urgente, ese día, después de una charla con mis amigos me decidí.
Dicen que siempre la primera vez tiene que ser algo consciente, un acto de amor. Yo, en cambio, me dejé llevar por el impulso y decidí arriesgarme a lo desconocido.
Llamé por teléfono, me informé. Leí varios volantes que había recibido en la calle el día anterior.
Cuando uno está inseguro toda elección, parece imposible de resolver.  ¿Qué me pongo? ¿Uso perfume o queda mal? Después de varias vueltas me decidí por un jean y una camisa, y un perfume importado como para causar una buena impresión.
Podría haber ido en colectivo, porque tiempo me sobraba, pero mi higiene demandaba que un taxi sería más propicio para la ocasión. El coche me dejó en un edificio muy lujoso: puertas de vidrio impecablemente limpias, el césped recién cortado. Todo parecía de película, un lugar muy ameno.
A medida que iba entrando comenzaba a sentir cómo mi corazón aceleraba sus latidos, quizás porque estaba tomando conciencia de lo que estaba por hacer. Pensé en irme ni bien entré al lugar. Sin embargo, algo me decía que debía quedarme, que no debía perder aquella oportunidad. Los nervios de la primera vez son de inexperiencia. Y no hablo de esta primera vez, me refiero a la  de cualquier cosa que uno haga, los nervios por no saber. Tiene miedo de hacer las cosas mal, de fracasar en el intento, de quedar mal. Mi abuela siempre me decía: “Nadie nace sabiendo” y que “la intención es lo que vale” cuando me equivocaba en algo. Pero no es lo mismo. Ya nadie valora la buena intención con la que uno hace las cosas. Pareciera que en la sociedad actual hay que saber todo de antemano. No se permiten los fracasos, los intentos fallidos, el aprendizaje por ensayo y error. Todos son jueces de lo que uno hace. Y si lo hace mal, no sólo queda en la memoria de uno, sino en la de todos los demás, que te lo recuerdan. Quizás en broma, pero vos lo seguís viviendo como una mala experiencia.
Además, aunque uno se informe, busque, mire, escuche, lo visto en la teoría nunca logra equiparar a la experiencia propia. Dicen también que cada quien lo vive de manera diferente y que por más que alguien te cuente, difícilmente vayas a sentir lo mismo. Todo depende la persona y la situación.
Ya había cruzado todo el pasillo. No podía echarme atrás. Me senté y esperé a que me llamase. Los momentos muertos son cruciales para revalidar una elección. Cuando los pensamientos hablan más fuerte que las palabras, las decisiones se toman con acciones. Fueron los quince minutos que más pensé en toda mi vida. El mundo a mí alrededor se había apagado. Estaba demasiado nervioso. Dentro de mi cabeza surgían cada vez más preguntas, algunas parecían no tener respuesta. Empecé a arengarme a mí mismo, como un soldado que va a la guerra y necesita la palabra de aliento del general. Pero acá no había general, teniente o coronel que valiera. Sólo yo podía mentalizar qué era lo que quería y lo que estaba buscando.
“¿Quién me manda a mí a estar acá? Encima solo. Le podría haber dicho a alguno de los chicos que me acompañara. No, es algo mío. Una superación personal. Algo íntimo, sólo yo y mi persona.”
En eso llaman al siguiente. El siguiente era yo: me tocaba entrar. Tragué saliva, me levanté y encaré para la puerta tratando de no parecer nervioso, aunque las piernas me temblaban.
Una chica joven, tendría alrededor de veintitrés años, cabello rubio, ojos color verde, altura de un metro setenta, me invitó a pasar. Era hermosa, un sueño de mujer. Mi mirada se perdió en la suya. Me debilitan las rubias de ojos claros, son la perdición.
-        ¿Cómo te llamás?
-        Franco – dije primero en un tono aguda que me salió. Aclaré mi garganta, me sequé las manos transpiradas en el jean y volví a responder – Franco me llamo.
-        ¿Cuántos años tenés? – preguntó observándome fijamente.
-        Diecinueve, recién cumplidos.
Diecinueve años, no sé si son muchos o pocos. Estás en ese intermedio en que no sos tan grande como para cambiar el uno por el dos en las decenas de tu edad pero tampoco sos un chico, menor, libre de responsabilidades. De los dieciocho a los veinte estás en el interludio, en la mitad del camino. Donde está bien ser un poco chiquilín, pero ya tenés que asumir una postura madura aunque sea para mostrar en público.
Hicimos todo el protocolo inicial, lo habitual. Siempre ella manteniendo contacto visual, cosa que para mí muy difícil de hacer. Me gusta mirar a los ojos, sí, siento que le da seriedad y veracidad a lo que estás haciendo, pero tengo mis límites. Así que cada tanto tenía que despegar mis ojos de su mirada para no sentirme invadido y perturbado.
- ¿Es tu primera vez? – preguntó determinante, como si ya supiese mi condición por mis acciones.
- Sí, ¿se nota mucho? – respondí y dejé escapar una risita nerviosa. Ese tipo de cosas me delataban.
- No, para nada. Igual, siempre hay una primera vez para todo. – dijo y sonrió.
Esa sonrisa me terminó de comprar, reafirmó por qué estaba ahí. La manera dulce que tenía de ser para conmigo me hacía dar ganas de disfrutar el momento.
Cuando terminamos con los pasos previos me acarició con ternura el brazo y me preguntó si estaba listo para comenzar. Asentí, ya un poco más seguro de lo que hacía.
Me recostó. El corazón me latía como nunca antes lo había hecho, parecía que iba a salirse de mi pecho. Sentía los latidos hasta en la garganta, en los brazos, en las manos que me empezaban a temblar.
De a poco el nerviosismo comenzó a irse, quizás porque la situación ya no era tan tensa, porque mirarla a los ojos y escuchar su tierna voz me hacían perder el miedo o porque de a poco estaba ganando experiencia.
Me felicitó por mi desempeño, y yo, orgulloso de lo que había hecho, me levanté. Pero los nervios me traicionaron nuevamente y caí desmayado.
Al reincorporarme ella estaba a mi lado con un café y dos medialunas. Otra vez me sentí la persona más ridícula e infantil del mundo. ¡¿Cómo puede ser que me haya desmayado?! Me sentía menos hombre, había fracasado y justo en el final.
- Perdoná, no sé qué me pasó. Soy un pavo bárbaro. – dije muy dolido y realmente sintiendo culpa.
- No hay problema, siempre pasa. Es muy común en la primera vez. No tenés que pedir perdón.– pronunció ella como tratando de consolarme. No de la manera en que se consuela a un niño, dándole la razón para que se sienta bien, sino diciendo amablemente aquellas palabras desde el corazón.
- Es que vine sin comer nada. Estoy en ayunas. – le repliqué tratando de excusarme.
Una vez recuperado totalmente, me decidí por saludarla y volver a mi casa. Estaba contento por lo logrado. Ya no era el único de mi grupo de amigos que no había vivido la experiencia. Era otra persona. Salí del edificio con el pecho elevado por el orgullo, con mi autoestima mejor que nunca. Había podido hacerlo y controlar mis indecisiones.
Mientras salía del edificio pensaba en esa noche, al cenar con mis amigos, contarles cómo fue todo. Uno siempre cuenta a sus amigos esas cosas con lujo de detalles. Tal vez sea para aportar tu granito de arena al saber colectivo del grupo y que los demás lo tengan en cuenta, reírse de la situación o recibir los elogios con el tinte gracioso del resto. Pensé en omitir la parte del desmayo para no ser la burla del grupo, pero quizás a ellos les serviría saber que, como me dijo la enfermera, no es necesario ir en ayunas a donar sangre.
Ya en el colectivo rumbo a casa, recordé a Facundo Arana con el cartel de “donar sangre salva vidas”.
Esa noche, cuando reposé mi cabeza sobre la almohada, me sentí mejor. Un placer invadió mi alma... el placer de dar. Quizás esa poca sangre que yo había donado sería la que mañana salvara la vida a una persona que nisiquiera conozco. Qué bien se sentía eso.

viernes, 23 de noviembre de 2012

¡Hola Susana, te estamos llamando, queremos jugar!

Susana Giménez es una presentadora, ex actriz, ex modelo, ex vedette, ex flaquita de la televisión argentina. Conocida por sus películas junto con Olmedo y Porcel en donde frecuentemente aparecía luciendo su cuerpo esbelto con esos trajes de baño ochentosos que, de lo grandes que eran, bien le podrían haber servido a de paracaídas Félix Baumgartner.
Hizo tantas obras de teatro como plata le sacaron los maridos que tuvo.
Pero sin dudas es recordada y lo será por mucho tiempo por su programa televisivo, que en el transcurso de los años fue adoptando diferentes nombres, pero siempre con el mismo formato.
Quizás de su persona lo que más se recuerda es la naturalidad y espontaneidad para meter la pata o equivocarse. Diálogos célebres han quedado en la colección de “perlitas”, y quizás los que más se rememoren constantemente son los siguientes:
Susana entrevistando a una arqueóloga:
Arque..:  …tenemos un pabellón donde hemos traído un dinosaurio de la Patagonia…
Susana: ¿En serio? ¿¡Vivo!?
Arque..:  (Risa) No… esperemos que no…
Susana: (Risa) Y bueno podía ser… no sé.”
Otra frase que quedó en la historia de esta gran diva argentina se produjo cuando ella le preguntó a un niño, que tenía un gallo como mascota, por el nombre de éste:
Susana: ¿Cómo se llama el gallito?
Nene: Ruth.
Susana: Ah no, entonces es una galla.”

¡Shock!
Este año, nuestra querida Su no ha vuelto a la pantalla chica… ni a la grande, ni a la pantalla solar. Añoramos sus entrevistas con artistas como Ricky Martin, Lenny Kravitz, Michael Bublé, Xuxa, Chayanne, Dalai Lama, Carlos Tévez, Justin Bieber, Cristian Castro, Rod Stewart, Antonio Banderas, Salma Hayek entre otros. El sello Susanísitico se ha marcado en cada oportunidad que tuvo tratando a sus invitados como si fueran bebes o mascotas que uno le habla de una manera gestualmente exagerada para que entiendan.
Me contacté con la producción de su programa para resolver el interrogante de cuándo vuelve a hacer sus programas. Obviamente no me dieron ni cinco de pelota. Y ante la necesidad de sus entrevistas tan profesionales y a la vez tan nutritivas en informaciones vanas, he aquí un par de preguntas que he pensado para que Susana pueda hacerle a personajes importantes de la cultura mundial. Pasen y lean:
A Jean-Paul Sartre, filósofo, escritor, novelista, activista político francés:
- ¿Así que el hombre está condenado a ser libre? ¡Awwww me lo como!
- Che y qué tal te llevás con Freud ¿eh? ¿Ah, no creés en el inconsciente? Chicos… me hubiesen avisado antes, producción mal ahí eh.
- Y el Premio Nobel de Literatura… ¿Lo tenés guardado en tu pieza? …¿Cómo que no lo aceptaste? Ah… no sabía nada yo.
A Vincent van Gogh, pintor neerlandés:
- Si hay algo que la gente envidia de vos es que podés dejar tus orejas en la cocina para que no te jodan los mosquitos en la noche.
- Tu frase de cabecera sería: "Ir por la vida con una sonrisa de oreja a ..." Estem.. ¡Mi amor! ¡Me muero! Siempre tan simpático él.

A Albert Einstein, físico alemán:
- ¿Y a vos te peina Gerardo Romano? ¡Estás divino!
- Me dijeron que en tus comienzos empezaste trabajando en la oficina de patentes… ¿Patentes de autos? ¿Había autos ya en 1900?
A Stephen Hawking, físico, cosmólogo y divulgador científico británico:  
- Me dijeron que sos un gran fan de la canción de Chiquititas. La cantás todo el día: “Tengo el corazón con agujeritos… negros”
A Andy Warhol, artista plástico y cineasta estadounidense:
- Vos vendrías a ser como la Marta Minujin de Norteamérica ¿no?
 A Erwin Schödinger, físico austríaco:
- ¿Te inspiraste en el gato con botas para hacer tu teoría del gato?
 A Alfonsina Storni, poeta y escritora argentina: 
- Alfonsina, me comentaron que te vino mucho en la factura del agua de este mes.
- Sé que no sos una persona que se ahoga en un vaso de agua pero...

A Moisés:
- ¿Por qué no le pediste a Dios que te pasara los mandamientos en un PDF?
- Hubieses mandado ABRIR AGUA al 2020 desde tu celular para cruzar el Mar Rojo. 

A Mahatma Gandhi, abogado, pensador y político indio:  
- ¡Qué flaquitooo!

jueves, 8 de noviembre de 2012

Arde la ciudad

El calor saca lo peor de nosotros. La rutina de todos los días se vuelve algo tedioso, y cualquier nimiedad que nos suceda es un detonante para querer mandar todo a la mierda y putiar a cualquier persona que tengas adelante. Cuando hace calor todos los problemas se suman, todo te molesta, todo te irrita.

Te levantás a la mañana. Del calor que hace no sabés ni dónde estás. Estás transpirando ya desde temprano. El baño frío parece arrancar una mañana diferentes a las demás. No hace tanto calor, al menos hoy no va a ser sofocante. Pobre iluso, después se dará cuenta que siempre la mañana parece ser fresquita y después llegás a las cuatro de la tarde como si estuvieses en una sartén caliente.
Ya no se desayuna café, ni mate, ni te. Lo más fresco que puedas tomar: una leche helada con nesquick, una fruta, o un vaso de agua mientras te apoyás en la cara la botella recién sacada de la heladera.

Parece un lindo día. Si bien los 25 grados se hacen sentir a las 9 de la mañana, parece ser que está aceptable todavía.

El almuerzo pasó de ser una milanesa con papas fritas y huevo frito a caballo, a ser una ensalada cesar. Tanto que la jodiste a tu novia que la ensalada no era comida de “verdad”, ahora con el calor que hace te conformás con un pedazo de lechuga, tomate y queso.

El problema no es la facultad. El problema es IR a la facultad. Llegás con los primeros síntomas de un calor tremendo. Y ojo, todavía te falta subir tres pisos para llegar al aula donde van a cursar. Facultad pública… primero si hay aire acondicionado, rogá que anden. Si andan, esperá que los prendan. Si los prenden, rezá porque no hagan tanto ruido como para que la profesora diga: “Vamos a tener que apagarlos porque no se escucha lo que digo”. La sensación térmica en el aula es de 47 grados centígrados, y de sólo pensar cuántos grados Farenheit serían te da más calor. El sol entra por la ventana y te calcina las córneas. Y la profesora habla de reacciones  exotérmicas… más calor. Profe veamos las endotérmicas hoy y hagamos alguna práctica así me abrazo al vasito de precipitados.

Pero todavía no llegó la mejor parte. Salís de la facultad, cual pez que lo sacan de su pecera, con la boca abierta en busca de agua. Salir a la calle a las tres de la tarde es como que te golpee Maravilla Martínez de un lado y La Mole Moli del otro.

La parada del colectivo es tediosa. Ya de por sí estar parado en fila esperando a que un colectivo se digne a venir no es lo más estimulante que te puede pasar. Pero no te preocupes, esto se pone peor. Treinta personas adelante tuyo esperando para entrar al colectivo… en realidad esperando que venga primero. Al lado tuyo un tacho de basura. De esos nuevos que pusieron ¿viste? El olor a muerto que sale es impresionante. Calor y olor nunca son buenas combinaciones. 


Muchacho' llevense a la vieja bien lejos.
Mucho menos a las tres de la tarde, pleno sol, esperando un colectivo. El 59 parece nunca venir. Pero te contaron que hay algunos que tienen aire acondicionado. Así que mientras te secás la frente, soñás con que el Arcángel Gabriel te estacione un bondi vacío al lado tuyo y no sólo tenga aire acondicionado, sino que haya lugar para sentarse. Y hablando de religión pensás: “¿Por qué  mierda mordiste la manzana Adán? ¿Por qué fuiste tan pelotudo? Podríamos estar todos desnudos sin pudor en este momento. Pero no, gracias a vos estoy con jean y camisa. No ser Noé para que te agarre una inundación, aunque sea por un rato para refrescarte, y después ir a navegar  en la balsa de los "Los Gatos”.

Llega el 59. Levantás la mano para que pare. No parece desacelerar. Treinta metros y la velocidad parece ser aún mayor. No paró. Te dan ganas de correrlo hasta la Chacarita, pincharle todas las gomas y prenderlo fuego. Pero entendías que venía lleno, al igual que los otros tres que pasaron detrás y tampoco pararon. Además pensás: "Si lo prendo fuego voy a tener más calor, ni ganas". Sigue el calor, el tacho de basura, la mierda que largan los autos por el caño de escape, la señora de entre 90 y la muerte que me dice: “Igual yo prefiero LA calor, porque tengo una terraza y me puedo sentar ahí”. Te da ganas de meterla adentro del tacho de basura y decirle a los del CEAMSE que la carguen y la tiren lo más lejos posible. Igual no se qué me molesta más, que me refriegue su terraza, o que diga LA calor. Seguro que es una de las que dice Setiembre también. Es un golpe de estado a la RAE cada vez que habla la señora esa.

Cuando ya estás pensando dónde desmayarte, se te ocurre ir en subte. Las decisiones en los días de calor nunca son las mejores, mucho menos la de ir en subte a las cuatro de la tarde. El subte es la hostilidad, la antipatía, la jungla, el ambiente más darwiniano que existe. Ya entrás a estación Pueyrredón y Julio Verne creería que estás en el mismísimo centro de la tierra. Una vez que ingresás a la estación pasás de ser un individuo a ser una masa. Te das cuenta cuando abren las puertas del subte que la gente baja en masa, y se sube en masa. Y no sólo se sube en masa sino que todos por una misma puerta. Y el maquinista, no sé si a modo de chiste, o que también tiene las bolas infladas por el calor recuerda por el parlante: “Recuerden que el subte tiene 8 puertas más, no es necesario que todos se suban por una sola”. El movimiento del subte te hacen sentir un junco en el medio de muchos otros con una sudestada impresionante. Cuando pudiste encontrar un fierro donde agarrarte pensás, para el bien de todos, no levantar el brazo demasiado alto para no emanar el olor corpóreo que te invadió desde que saliste de tu casa. Pero como dije, el subte es un lugar hostil, y el pelado que está al lado tuyo no le importó eso, y ahora esa brisa de mar que brota de su axila va a parar justo hasta tu nariz calcinándote los pelitos de las fosas nasales. Rexona lo abandonó cuando salió de la casa no más. Y al lado un muchacho, de sweater, pálido y con la misma consistencia y rigidez que una hoja marca Gloria. Uno suele preocuparse por los pungas en el subte, pero un día como este si me afanan todo no me voy a dar cuenta. Incluso si me afana la ropa me haría un favor. Pasaré vergüenza pero no paso calor. Y dos estaciones más allá se armo la hecatombe, la debacle total, una seguidilla de hechos bochornosos que comprometieron el trayecto del subte. Se cortó la luz. A bajarse en esa estación que estábamos.
Salgo a la calle, piquete. Hoy no es día para hacer cortes muchachos. Respeto sus derechos pero no me jodan en este día de mierda. La tanada me empieza a invadir cuando uno se me acerca a contarme del proyecto. Amablemente en primera instancia me ofrece participar de la marcha. Le dije que no me parecía quedarme porque no tenía por qué hacerlo. Me respondió prepotentemente: “Vos porque sos gorila y no tenes que laburar, te viene todo de arriba”. Si hacía 37 grados pasó a hacer 45 grados a la sombra. Todavía en mis cabales le hago señas como que me rasco las axilas, cual mono tití y sigo mi camino en busca de algún colectivo o liana (si soy un gorila voy a ir en liana) que me deje en mi casa. Encontré uno que me dejaba medianamente cerca.

Uno no se da cuenta cuan electro-dependiente es en su vida hasta que se corta la luz. Después de haber apretado 5 veces el botón del ascensor para que bajara, recordé que media ciudad estaba sin luz y habían volado 6 transformadores.

Ocho pisos a pie. Llegás arriba agitado, con las pulsaciones a mil, al borde del paro cardíaco. Entrás a tu departamento y volvés a caer en la trampa… tocás la llave de la luz con ansias de que se prenda. Y vas a caer muchas veces: cuando vayas al baño, cuando quieras prender el tele, cuando quieras calentar comida en el microondas.

Cuando alquilé el departamento me emocioné porque tenía cortina eléctrica. Tocás un botoncito y se levanta sola. Re pro, re copada, re wow, re flash. Hasta que se te corta la luz y no podés levantarla, no hay caso. 

Oscuro, sin aire ni ventilador, sin radio, sin tele, sin computadora porque no tiene batería, sin velas. Que se te corte la luz y vivir solo debe ser una de las cosas más aburridas del mundo. Incluso si tuviera velas ¿para qué las usaría? Prender una vela para verte al espejo no tiene sentido. Lo más divertido que se puede hacer es soplar la llamita a ver si se apaga o no.

Se te ocurre tomar algo fresco. Te olvidaste el jugo afuera. Los cubitos siempre salvan, por suerte todavía no se derritieron por la falta de electricidad. Abrís el freezer y pensás por qué no fuiste contorsionista del Cique Du Soleil en una vida pasada para poder meterte en ese cuadrado de 30x40 y vivir feliz y fresquito.

Cuando te das cuenta que no va haber nada mejor por hacer, te tirás en la cama cual lagarto se tira en una piedra caliente. Si durmiera en una calesita daría menos vueltas que las que doy un día de calor en la cama. Y cuando estás por conciliar el sueño, vuelve la luz y se prenden de repente todas las luces que tocaste pensando que había electricidad. Levantarse, apagar todo y volver a acostarse, desfalleciendo sobre la almohada.

Entre las 6 y las 8 de la mañana es el mejor horario para dormir, porque está fresquito, por fin corrió un poco de aire que hizo que todo el calor se fuera. Pero también es el horario que hay que levantarse. Suena el radio-reloj diciendo: “Buenos días Buenos Aires, hoy es  8 de Noviembre. Son las 7 de la mañana y hace 25 grados. Para hoy se espera una máxima de 37 grados”.

Me iría a vivir a la Base Marambio, tendría de mascota un pingüino emperador, una pileta con escarcha y tomaría licuado todo el día.
"Paciencia": Del griego υπομονή, que significa
"no me rompas las pelotas"
¿Viste que los meteorólogos del noticiero te recomiendan que lleves paraguas, buzo, gorra, y eso? Yo te diría que los días de calor te lleves una mochila grande, muy grande, de paciencia.


martes, 30 de octubre de 2012

Círculo de la Existencia.


I
Quizás nuestra existencia sea relativa. Digo, quizás existamos sólo si alguien así lo desea, o mejor dicho si alguien así lo piensa. Alguien puede existir para algunas personas pero no para otras. Y existe sólo por el lapso que esa persona lo tiene en mente. Entonces, ¿todos somos fruto de la imaginación de alguien? Puede que las personas que conozcamos sean sólo nuestra imaginación, o puede que yo también sea sólo el amigo de un esquizofrénico.
Así también se explica por qué las personas no dejan de existir cuando muren, sino que viven en nuestros recuerdos. Parece trillado ¿no? Pero es realmente acertado si digo que las personas existen sólo si alguien las piensa.
Y puede que otras, a pesar de vivir, nunca puedan llegar a existir, porque nadie evoca un recuerdo de ellas. Es como el árbol que cae en un bosque sin nadie alrededor… ¿hace ruido? Todo dependerá de qué consideremos sonido… si aquellas ondas que se propagan en el aire, o las que llegan hasta un oído para ser escuchadas.
Pero mi problema no es la existencia, con que vos me escuches ya sé que existo, porque al menos me estás imaginando, me estás formando, dando una voz. Mi problema es si soy real. ¿Qué hay que hacer para ser real? ¿Es igual de relativo a la existencia? Porque ese es mi miedo, no ser real, ¿me explico? Yo quiero además de existir, ser real. Pero no tengo las pruebas suficientes de serlo…
O quizás vos que estás del otro lado, tampoco seas real. Qué garantía tenés de que vos y tus conocidos no los inventó un escritor y son sólo parte de una historia contada, pero ficticia.
Pensalo… o mejor… pensá a alguien, así aunque sea puede existir y de tu perspectiva va a depender la realidad.

II
- Mire doctor, un caso así no me había tocado nunca. Mi paciente no sabe si es real. Parece absurdo lo que piensa. Debe tener algún trastorno psicológico severo. Yo lo estoy tratando como psicóloga que soy, pero me parece que va a necesitar  ayuda psiquiátrica. Hoy empezó con este tema, yo no sé que responderle. Porque sinceramente no puedo ayudarlo en ese aspecto. Creo que es algo paranoico lo que tiene.  Dudar de la existencia de alguien, y más aún de uno mismo, es severo doctor. Vea qué puede hacer usted. El muchacho está internado aquí en el hospital. Entró hace unos meses, pero su cuadro empeora.
+ Está bien Laura, quédese tranquila, voy a hacer lo posible para contactarme con él y tratar de dar un diagnóstico. La mantengo al tanto, y usted si tiene noticias también hágalo.


III
- Laura entró al hospital hace unos meses. Sufre de esquizofrenia. No ha atentado contra la vida de nadie, pero realmente  tiene un trastorno grave. Imagina personas, y no sólo eso, sino que trata de ayudarlas psicológicamente. Sí, antes fue piscóloga, pero hacía unos años se había retirado, porque se involucraba mucho con los casos de los pacientes y eso le traía angustia. Hasta que llegaron las alucinaciones y la familia pidió ayuda en el hospital. Desde entonces está aquí. Yo ya no se qué hacer realmente Doctor. Porque si bien trato de entender su situación, también tengo que hacerle creer a ella que sigue siendo la psicóloga que era, y creerle el caso del paciente que tiene ahora. Que el hombre no existe, no está en los registros del hospital, no vive. Y eso ella no lo entiende. No logra caer en este mundo, vive una realidad paralela. ¿Qué recomienda hacer doctor? Ayúdeme que no se cómo resolver la situación.
+ Mire Martín, usted es un gran psiquiatra, y de estos temas sabe mucho. Lo que yo le recomiendo es no involucrarse en la situación de esta señora. Es decir, no le siga el jueguito de psicóloga que analiza un paciente. Trate de centrarse sólo en su trabajo. Y no te lo digo como jefe, te lo digo como colega.

IV
Con lo que me planteó Martín me hizo pensar mucho en mi trabajo. Realmente es tan poderosa la mente, que es capaz de crear no sólo situaciones, sino personas y relacionarse con ellas, aunque éstas no existan. Creo que por eso elegí esta carrera. Elegí los misterios de la mente. Lo que esconde, o lo que nosotros elegimos esconder. Lo que decidimos reprimir o expresar.
Igualmente, este tema me hizo pensar más como si fuera un filósofo que un psiquiatra.
Quizás nuestra existencia sea relativa. Digo, quizás existamos, sólo si alguien así lo desea, o mejor dicho si alguien así lo piensa. Alguien puede existir para algunas personas pero no para otras. Y existe sólo por el lapso que esa persona lo tiene en mente. Entonces, ¿todos somos fruto de la imaginación de alguien? Puede que las personas que conozcamos sean sólo nuestra imaginación, o puede que yo también sea sólo el amigo de un esquizofrénico.
Así también se explica por qué las personas no dejan de existir cuando muren, sino que viven en nuestros recuerdos. Parece trillado ¿no? Pero es realmente acertado si digo que las personas existen sólo si alguien las piensa.
Y puede que otras, a pesar de vivir, nunca puedan llegar a existir, porque nadie evoca un recuerdo de ellas. Es como el árbol que cae en un bosque sin nadie alrededor… ¿hace ruido? Todo dependerá de qué consideremos sonido… si aquellas ondas que se propagan en el aire, o las que llegan hasta un oído para ser escuchadas.
Pero mi problema no es la existencia, con que vos me escuches ya sé que existo, porque al menos me estás imaginando, me estás formando, dando una voz. Mi problema es si soy real. ¿Qué hay que hacer para ser real? ¿Es igual de relativo a la existencia? Porque ese es mi miedo, no ser real, ¿me explico? Yo quiero además de existir, ser real. Pero no tengo las pruebas suficientes de serlo…
O quizás vos que estás del otro lado, tampoco seas real. Qué garantía tenés de que vos y tus conocidos no los inventó un escritor y son sólo parte de una historia contada, pero ficticia.
Pensalo… o mejor… pensá a alguien, así aunque sea puede existir y de tu perspectiva va a depender la realidad.
¿Vos qué pensás Laura?

jueves, 4 de octubre de 2012

Los Productos y el Marketing


Uno que no está en la movida marketinera hay veces que no entiende las pelotudeces que pueden llegar a crear los que sí saben de marketing. Por ahí es por mi ignorancia sobre el tema que me parecen pelotudeces, para ellos quizás sea la innovación productiva.

Para vender se recurren a diferentes estrategias, muchas de ellas acertadas, otras no tanto. Las publicidades son las que más trato de apreciar. Las hay excelentes como la gran mayoría que hace Y&R (Young and Rubicam – El que hace las de Quilmes para citar algún ejemplo); las hay inentendibles como las de perfumes (cualquier perfume. TODAS son flasheras por igual. Se deben aspirar medio frasco de perfume de Dior para poder hacer las publicidades de ese perfume); y las hay deplorables como las de Vidacol (¿Nunca vieron una publicidad de Vidacol? Sé que no es un producto copado para promocionar, pero al menos metele onda a la publicidad, pensá en algo que atraiga no que de pena).

Y todo esto se va a tratar de eso… de las publicidades y de las movidas marketineras que hay.

1.- Fui al supermercado a comprar jabón. Jabón, el común, para lavarse las manos, el cuerpo y demás. Como no es de mi agrado gastar fortunas en un simple jabón (Es decir, ni en pedo compraría un Dove con ¼ de crema humectante, porque me humecto en la misma ducha) compré un jabón común, no recuerdo la marca, pero era común, tipo Lux, Plusbelle o esos así. Y uno no va por la vida viendo específicamente qué tipo de jabón comprar, es decir, no vas con la lista de supermercado que diga: “Comprar Jabón aroma lavanda con extracto de flores rosáceas”. Por ende agarrás el que primer se te cruza y tratás de variar un poco cada vez que tenés que comprar. Resuuuuuuulta, que yo agarré uno amarillo y uno violeta. Uno podría pensar que son Limón y Lavanda respectivamente, pero no. Cuando llegué a mi casa, y leí la etiqueta vi que había traído “Armonía del Atardecer” y “Caricias de Ensueño”. Aaaaah la peloooota. ¡Si hubiese sabido que eran tan sofisticados me compraba un Dove que al menos se qué mierda tiene!

¿En qué carajo pensaban estos tipos cuando hicieron esas “fragancias”? ¿Cuántos campos de pétalos de rosa se fumaron? Es increíble, toneladas de camiones de rosa mosqueta se fumaron para hacer esos aromas. Aparte me imagino las situaciones cuando te lavás las manos… Te frotás el jabón y dentro de tu baño (que el mío no tiene ventana) empieza a atardecer y sale una música de la 5° Sinfonía de Beethoven de la ducha, mientras el bidet hace aguas danzantes. No se me ocurre sinceramente.

2.- Los de Axe sobrepasaron los límites. Hasta un momento venían bien. Creo que lo último creíble que sacaron al mercado fue el desodorante de olor a chocolate. Empalagoso como Ricardo Arjona cubierto de dulce de leche repostero y mermelada, pero al menos sabías que era chocolate. Después se vino una seguidilla de aromas tácitos, inexistentes…
El Axe Vice, que estaba copado, pero no tenías idea con qué relacionarlo… Si con Vice City del GTA, o con Boudou, porque es el Vice-president (Fue muy malo ese chiste, lo sé.)

Después llegó el Axe Music Star, o algo así se llamaba… Decía que te atraía las fans. En mi vida tuve una fan… Muy pocas veces me halagaron el perfume y no era un Axe precisamente. Aparte… Music Star… Yo me imagino el olor a chivo de un metalero recién salido del escenario, exprimen la remera toda chivada, y la meten en frasquitos de fragancia.

Y el más pelotudo de todos que acaba de salir: “Axe Young” y “Axe Mature” Para seducir jóvenes y maduras respectivamente. Sin comentarios.

Pero lo más raro de todo esto es que las publicidades son tan atrapantes que uno va y compra los Axe igualmente. El mundo Axe es bien para los hombres, es el sueño del pibe… Si se fijan en las publicidades, Axe te dice que si te ponés tal o cual desodorante vas a vivir en una orgía constante, todo el tiempo, muchas minas manoseándote el pecho, corriéndote por la calle. ¡PERO OJO! El flaco nunca se pone el desodorante debajo de la axila (que sería lo más normal) se lo tira por todo el cuerpo. Eso debe ser que no me está funcionando, porque yo me lo pongo debajo de la axila.

Flaco, a ver… Si querés que las minas te persigan, primero y principal bañate, y no le creas a un desodorante pedorro.

3.- Poet es otro de los que se empinan la botella entera de limpia pisos para ver qué van a sacar al mercado. Yo no entiendo sinceramente cómo atrapan en las botellitas cosas como “Brisa Polar”, “Primavera Sedosa”, “Espíritu Joven”, “Bebé”.

Primero, la brisa polar no es NADA QUE VER a lo que le ponen a los aerosoles. Lo que olés en un frasco de desodorante para ambientes se asemeja más a pantano en verano que a brisa polar.

Segundo, esto de ponerle adjetivos a cosas que no la tienen no me va. ¿Desde cuándo la primavera fue sedosa? A ver… contame ¿DESDE CUÁNDO? Nunca, entonces no promocionen boludeces.

Tercero, no me imagino el olor a espíritu joven sinceramente. Y ya que promocionan con adjetivos que no lo tienen, podrían haber hecho: Espíritu Jóven Temperamental. Abrís la botellita y te caga a putiadas porque no lo dejaste salir a la noche.

Cuarto, fragancia de bebé. No soy muy entendedor del tema, pero si nos remitimos a los casos, si me decís “fragancia de bebé” me imagino una baranda a mierda impresionante y a tener que cambiar ese pañal. Debe ser muy raro… Terminás de limpiar la casa, todo hecho un chice, impecable, y tirás olor a mierda por todo el cuarto. No tiene sentido macho.

4.- Gillete te promete que después de afeitarte con esas prestobarbas (que no entiendo por qué se llaman prestobarbas, porque cuando vos te afeitás, tirás esos pelos, no los juntás y se los prestás a alguien, así que el nombre está mal de entrada) además de que no vas a tener ni una sola cortadura (cosa que no me pasa) va a venir una chica muy sensual, seguramente modelo, que te va a acariciar la cara y vos vas a sonreír… Yo no sé si estoy comprando mal las prestobarbas o no me funcionan más, pero cuando me termino de afeitar nadie me acaricia la cara, algo anda mal.

5.- Los jarabes Vick parecen lo mejor del mundo. ¡Hasta te da ganas de estar enfermo para tener que tomarlos! Pero cuando vamos a los bifes, y tenés que tomar ese jarabe, es una mierda… Tiene tanto gusto a miel o frutilla como de interesante tiene el canal Argentinísima Satelital.

6.- Viendo las publicidades de Pampers, te da ganas de seguir meándote y cagándote encima. ¡TIENEN ACTIVE SEC CHICOS! Nadie sabe qué concha es el active sec, pero las mamás los compran. Igual que los “L Casei Defensis” que te protegen. Esos bichos inservibles que si los tomás te convertís en Iron Man más o menos, y no sólo eso, sino que te da una recubierta tipo aura, de color blanco.

7.- A mi me encanta la publicidad de Activia. ¡En mi vida vi tanta gente con esas furiosas ganas de cagar! Y Georgina Barbarrosa que les dice: “¡Lo normal es sentirse bien!” ¡Lo normal sería que no hablen de cagar en la televisión!... Aunque pensándolo bien, hay tanta mierda en la tele que bueno… esta publicidad es minúscula al lado de todo eso. 

Es genial igual, porque donde va Georgina (ya sea en el supermercado, en la calle, en la peluquería, en el puesto de diarios, en el dentista, en el telo, o en el avión) va y promociona Activia.

8.- Los de Colgate son boludos. ¿Por qué le siguen preguntando siempre a la persona que no los recomienda? Si sabés que ese no te recomienda, al año siguiente andá con otro dentista y preguntale a él, no insistas sobre el mismo.
Es todo tan blanco en esas publicidades… tan blanco, tan blanco que te da ganas de ser Gasparín boludo. Te da ganas de ser blanco también.

Ni hablar de Colgate Plax, los tipitos que salen de cualquier lugar en donde estés. Estás en el baño, entran en el baño (todos de blanco), estás en el bondi, ¡ellos estaban ahí también! ¡¿Qué son la CIA, el FMI?! Basta flacos, no quiero lavarme los dientes, cuando llegue a casa me los lavo.

9.- Mr Músculo, un tipo fortachón pero sin sentido de la moda, porque se viste de naranja y azul, que entra en las cocinas y se las deja de lujo a las señoras madres. ¡Genio, vení a mi departamento y ordename este quilombo!

10.- Y el último se lo dedico a los vendedores ambulantes. Más que nada a los que van en colectivo. Le ponen toda la onda, no digo que no, y aparte es su trabajo, pero es rara la situación de venta. Dice algo así:

- (Se sube el flaco, saluda al colectivero amablemente. Deja sus cosas en el piso, saca solamente los productos a vender. Desempolva una voz de locutor profesional que antes no había tenido y grita) BUENOS DÍAS DAMAS Y CABALLEROS, VENGO AQUÍ A PRESENTARLES EL BOLÍGRAFO VICTORIAN FIFTY, EL BOLÍGRAFO REVOLUCIONARIO DEL MERCADO PARA LA CARTERA DE LA DAMA Y EL BOLSILLO DEL CABALLERO

+ (Pienso: Esa frase siempre garpa, la usan todos... "La cartera de la dama y el bolsillo del caballero")

- ... Y NO ES SÓLO UN BOLÍGRAFO...
 
+(Pienso: ¿Entonces qué es? ¿Un transformer? me acabás de decir que era un bolígrafo... aparte ¿Bolígrafo? ¡DECILE LAPICERA!)

- ... ES MUCHO MÁS QUE ESO, ES UN ACCESORIO DE DISEÑO. Y TAN SOLO CUESTA LO QUE COSTARÍA LA MITAD DE UN SANGUCHE.

+ (Pienso: ¿Por qué todos los vendedores ambulantes tienen que hacer la misma analogía? Todos lo comparan con la MITAD de un sanguchito de miga. Comparalo con algo más acorde no se... un chocolate entero, un paquete de cigarrillos, pero no la MITAD de un sanguche)

- (Pasa a dejarnos el producto para que lo examinemos.)

+ (Pienso: No se... no parece EL mejor producto, pero está bueno. Ya fue) ¿Cuánto es?

- 15 pesos

+ (Pienso: 'taba caro el sanguche maestro eh.) Acá tiene.

- Muchas gracias que tenga un buen día.
A los dos días la lapicera no anda más.

¿Y vos? ¿Qué publicidad no te bancás? ¿Qué productos pensás que la flashean cuando te los venden? Espero tu comentario.

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